El cerebro, es un órgano altamente especializado compuesto por unidades funcionales o células llamadas neuronas, las cuales de acuerdo con la región cerebral que habiten tendrán una estructura y función determinada. En conjunto, la actividad de cada región y la comunicación entre las diferentes porciones del cerebro proveen al organismo habilidades particulares para desarrollarse en su entorno y en el mejor de los escenarios, sobrevivir, por ejemplo: el movimiento, la visión, la percepción espaciotemporal, el pensamiento, y en el caso del ser humano, el razonamiento y la consciencia.
Dada la complejidad de las estructuras cerebrales y la avanzada intercomunicación entre cada región, el cerebro es quizás el órgano con más misterios por descifrar para poder comprender la funcionalidad de cada organismo. Sin embargo, en el ser humano, el cerebro resguarda celosamente la información necesaria para comprender procesos primordiales como la conciencia, soñar, dormir y el comportamiento. En esta nota hablaremos concretamente del sueño, este proceso natural y rítmico que tiene una actividad reparadora para todos los órganos de nuestro sistema y en el cuál el organismo, adopta un estado de conciencia alterada y de actividad reducida.
La actividad cerebral está regida por la comunicación electroquímica que existe entre sus unidades (neuronas). Así pues, distintas regiones del cerebro trabajan a “velocidades” o frecuencias distintas unas de otras, lo cual permite que los mensajes entre las neuronas sean interpretados adecuadamente de acuerdo con estas vibraciones o frecuencias. En la actualidad, se conocen 6 tipos de vibraciones cerebrales: alfa (frecuencias de 8-12 Hz), delta (1-4 Hz), teta (4-8Hz), beta (13-30 Hz), baja gama (30-70 Hz) y alta gama (70-150 HZ). Cada una de estas vibraciones o frecuencias ha sido asociada con regiones y actividades específicas en el cerebro, de las cuales se citan algunas a continuación:
- Ondas alfa: Procesos de relajación y reflexión.
- Ondas beta: Concentración y aprendizaje.
- Ondas gamma: Resolución de problemas.
- Ondas Teta: Memoria, meditación, imaginación, soñar.
- Ondas Delta: Dormir, soñar y reparación.
Métodos neurofisiológicos como el electroencefalograma (EEG), permiten determinar la actividad cerebral en diferentes estados (como estar despierto y dormido) y pueden proveer información importante sobre la salud de un individuo.
No es de sorprenderse que las ondas o frecuencias cerebrales más lentas, las ondas delta, sean las que se asocian con la actividad de dormir y soñar. En un individuo sano, las neuronas adoptan estas frecuencias rítmicamente, es decir, en un período del día la actividad cerebral se reduce y esto favorece el poder entrar en las fases más profundas del sueño reparador (REM), el cual comúnmente es durante la noche. Sin embargo, distintos factores (como el estrés, dispositivos que emiten frecuencias altas como los celulares o la alimentación por mencionar algunos), pueden distorsionar estos ritmos en el organismo y favorecer el desarrollo de trastornos del sueño, entre los cuales el más común es el insomnio. Cuando esto sucede, las frecuencias cerebrales permanecen con alta actividad la mayor parte del tiempo, alterando los ciclos de reposo cerebral y modificando procesos vitales en el organismo. Además, esto resulta en un ciclo difícil de romper si no se trata adecuadamente, ya que la falta de sueño produce más estrés en el individuo y esto a su vez favorece que los ritmos cerebrales prevalezcan en frecuencias altas. Por tal motivo, es importante que el individuo que padece algún trastorno del sueño, reciba un tratamiento adecuado lo más pronto posible con el fin de evitar posibles repercusiones sistémicas.
La estimulación magnética, emite pulsos magnéticos con intensidades y frecuencias determinadas que permiten modular la actividad cerebral, ya sea excitándola o inhibiéndola. En el caso particular del insomnio, se busca que la estimulación magnética reajuste los ritmos o frecuencias cerebrales por medio de la dispensación de pulsos magnéticos con frecuencias dentro de las ondas delta (de 1 a 4 Hz).
Un ejemplo de este tratamiento es el propuesto por la investigación de Pelka RB y sus colaboradores de la universidad de Múnich en 2001, en el cual brindaron tratamiento con estimulación magnética durante la noche (4 Hz a 0.05 G) por 4 semanas a 51 pacientes con padecimientos de insomnio y compararon los resultados con un grupo de 50 pacientes con insomnio que no recibieron el tratamiento de estimulación. Los resultados demostraron que los pacientes que recibieron el tratamiento con estimulación magnética tuvieron mejoras en cuanto a la dificultad para conciliar el sueño, el despertar entre sueños, concentración y somnolencia durante el día y calidad del sueño. Un 70% de los pacientes tratados tuvo mejoras claras en comparación con el grupo placebo en el cuál únicamente un 10% reporte mejoría. (Figura 1).
Figura 1. Comparación del tratamiento del insomnio con estimulación magnética en grupo placebo y activo. Izquierda: Resultados obtenidos en el grupo placebo tras 4 semanas. Se observa que únicamente 4 pacientes (8%) reportaron mejoras claras y únicamente 1 individuo reporto mejoras muy claras (2%). Derecha: Resultados del grupo activo de estimulación magnética. Las barras muestran en escala de grises la mejora reportada por los pacientes, siendo la más clara donde no hubo mejoría y la más obscura dónde hubo una mejora extremadamente clara. 12 pacientes reportaron mejora clara, 19 muy clara y 16 extremadamente clara, haciendo un total de 47 de 50 pacientes con mejoras.
De esta forma, al conocer un poco sobre la actividad particular del cerebro, es posible diseñar tratamientos no invasivos que simulen la actividad natural del organismo con la finalidad de restablecer el ritmo normal. Los autores del estudio reportaron que la efectividad de la terapia de estimulación magnética pueda estar relacionada con el reajuste en la actividad de la glándula pineal y su mensajero, la hormona melatonina, la cual se asocia con los ritmos circadianos y la excitabilidad neuronal.
[1] Pelka, R.B., Jaenicke, C. & Gruenwald, J. Impulse magnetic-field therapy for insomnia: A double-blind, placebo-controlled study. Adv Therapy 18, 174–180 (2001). https://doi.org/10.1007/BF02850111