La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno crónico degenerativo caracterizado por disfunciones motoras que incluyen bradicinesia, rigidez, acinesia, temblores e inestabilidad postural. La bradicinesia, es decir, lentitud de movimientos, es el síntoma más frecuente por pacientes con EP temprana (<6 años) [1]. La incapacidad de hacer contracciones musculares rápidas sin disminuir la fuerza máxima [2], la coordinación y el equilibrio también se ven afectados, dando una mala calidad de vida, por la degeneración de las neuronas de la zona nigra, generadora de la dopamina, principal neurotransmisor en el cerebro, importante en el sistema motor [3-4].

Ha sido tratada tradicionalmente con fármacos, se considera una enfermedad de los ganglios basales, actualmente se determina como un trastorno sistémico, con interacciones entre el circuito motor dependiente de dopamina (circuito cortico-estriado-talámico) y circuito cognitivo. (circuito frontoestriatal) [5]. Generando nuevas investigaciones dirigidas a una mayor comprensión de la enfermedad, sus consecuencias funcionales y tratamientos innovadores.