Es común que a lo largo de nuestra vida suframos algún golpe en la cabeza que, dependiendo de la fuerza del impacto pueda derivar en sólo una inflamación externa, o bien, en síntomas persistentes propiciados por procesos de inflamación interna. En los casos en los que el impacto de un trauma cerebral es moderado y existe pérdida de la conciencia o alteración mental por al menos 30 minutos, se pueden desencadenar daños en regiones cerebrales hasta 3 meses después del golpe, lo cual ocasiona síntomas persistentes tales como déficit cognitivo, dolores de cabeza y fatiga mental. Este concepto es descrito como síndrome postconmocional (SPC o PCS por sus siglas en inglés), de acuerdo con manual estadístico de desórdenes mentales IV (DSM-IV) y a la clasificación internacional de enfermedades 10 (ICD-10).
El gran problema para las personas que sufren del SPC es que el tratamiento para el manejo de los síntomas suele ser muy limitado y multidisciplinario. El tratamiento actual involucra terapia farmacológica, rehabilitación física, cognitiva y visual. Sin embargo, los resultados son variables dependiendo de la severidad del trauma cerebral y del tiempo posterior a la contusión en el que se inician los tratamientos. Es bien sabido, que los efectos de estas terapias son más prometedores en fases tempranas.
Las terapias de estimulación cerebral no invasiva (NIBS por sus siglas en inglés) han ganado una gran atención por parte de los científicos debido a la nobleza del tratamiento y a los efectos dentro del tejido cerebral que desencadenan. Una de estas terapias es la estimulación electromagnética pulsada transcraneal (T-PEMF), la cual consiste en administrar campos magnéticos pulsados en regiones específicas con la frecuencia y potencia necesaria para mimetizar la actividad neuronal. Este tratamiento ha sido investigado en distintas patologías neurológicas y psiquiátricas tales como depresión, enfermedad de Parkinson y ansiedad por mencionar algunas. Distintos estudios in vitro e in vivo han sustentado que el efecto terapéutico de la T-PEMF radica principalmente en su efecto neuroprotector, el cual incluye proliferación y diferenciación celular, mejoramiento del crecimiento neuronal, reducción de la apoptosis, incremento del proceso de angiogénesis y mejoramiento del flujo sanguíneo y oxigenación en el tejido cerebral.
Un estudio realizado en la Unidad de Investigación en Neurobiología y el departamento de medicina clínica de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, investigó la tolerancia y el efecto terapeútico de la terapia T-PEMF en pacientes con SPC. Para esto, se reclutaron pacientes que cumplieran con los criterios de inclusión: a) Tener SPC diagnosticado de acuerdo con la ICD-10 o el DSM-IV, b) tiempo post contusión entre 3-18 meses, c) edad 18-50, y d) Puntuación mayor a 21 puntos en el Cuestionario de síntomas post conmocionales de Rivermead (RPQ). Adicionalmente, se excluyeron todos aquellos pacientes que tuvieran alguna contraindicación para la terapia T-PEMF (embarazo, bombas medicinales implantadas, marcapasos, estimuladores nerviosos o clips cerebrales) o que presentaran alguna enfermedad psiquiátrica previa (depresión o adicciones). Únicamente 7 pacientes que cumplieron con los criterios de inclusión y recibieron 30 minutos de T-PEMF por 5 semanas continuas 50 Hz de frecuencia (35 sesiones en total, figura 1). Los pacientes, completaron el RPQ al inicio, en la semana 2, 5 y 3 meses después de concluir el tratamiento T-PEMF. Adicionalmente, completaron un diario posterior a cada sesión de T-PEMF, en el que registraron los efectos adversos de la terapia.
Los resultados de esta prueba piloto mostraron que todos los pacientes completaron el tratamiento de 5 semanas, sin embargo, la gran mayoría de los pacientes reportaron efectos adversos durante la terapia T-PEMF, tales como dolores de cabeza leves (distintos a los inherentes del SPC), sensación de calentamiento y náusea. A pesar de esto, 6 pacientes reportaron que estos efectos adversos fueron menos severos y de menor duración conforme pasaban las sesiones.
Por otra parte, 5 de los 7 pacientes reportaron mejoramiento en la severidad de los síntomas de acuerdo al diario personal y a la reducción del cuestionario RPQ, entre un 2%-61% del puntaje inicial, efecto que permaneció hasta por 3 meses después de finalizado el tratamiento T-PEMF (figura 2). En cambio, solamente 2 pacientes reportaron un empeoramiento en los síntomas previos incluyendo visión borrosa, fotosensibilidad y problemas de sueño. Sin embargo, de acuerdo con los reportes de los investigadores, es difícil determinar si este empeoramiento fue derivado por la terapia T-PEMF o por algún otro tratamiento coadyuvante de los pacientes.
Figura 1. Diseño del dispositivo de estimulación electromagnética pulsada transcraneal (T-PEMF). El dispositivo estaba compuesto de 7 bobinas localizadas en la región centro-occipital (1), frontoparietal (2), anterio-temporal (2) y posterior temporal (2).
Figura 2. Tabla de Resultados de la T-PEMF en pacientes con SPC. Los pacientes recibieron 30 minutos de T-PEMF por 5 semanas, realizando evaluaciones de RPQ en las semana inicial, a las 2 y 5 semanas y después de 3 meses del tratamiento. La tabla muestra que 5 de los 7 pacientes tuvieron reducción en las puntuaciones del cuestionario de hasta un 615 (en el paciente 6), los cuales se mantuvieron hasta por 3 meses posteriores al tratamiento T-PEMF. Únicamente 2 pacientes reportaron un incremento en la severidad de los síntomas.
Los autores del estudio, relacionaron los efectos positivos de la estimulación electromagnética pulsada al hecho de que, si bien el SPC se caracteriza por un proceso contínuo de neuroinflamación que ocasiona déficits cognitivos; la terapia T-PEMF ha sido reportada como una técnica con efectos antiinflamatorios (reducción de la interleucina 1 beta IL-1ß), que además favorece la síntesis de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) y del factor de crecimiento del receptor de 1 del fibroblasto en las neuronas. Estas moléculas y en particular el BDNF, participan en procesos como el aprendizaje, la memoria y el razonamiento. Sin embargo, los autores resaltan la importancia de realizar más estudios con una mayor cantidad de pacientes para poder concluir que la terapia T-PEMF es estadísticamente efectiva contra el SPC.